Es la mujer que susurraba al oído de los caballos de su finca. A pesar de vivir aislada en un pueblucho dejado de la mano de dios, ha sabido cumplir perfectamente con los horarios de clase; aunque su melancolía y nostalgia por sus caballos la lleva a evadirse en los descansos y buscar la soledad. Si la risa tuviera nombre, no se llamaría Ascen, porque es un nombre poco apropiado, pero sí se le podría apodar así. | |
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